LA RESILENCIA EN EPOCAS DE CONFUSIÓN

 



El termino resiliencia proviene del latín resilio, que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar; algunos diccionarios lo definen como “la capacidad de un material de recobrar su forma original después de someterse a un presión deformadora, es un concepto de la física y de la ingeniera que fue adaptado a las Ciencias Sociales.

 

Desde la psicología podemos considerar la resiliencia como el fenómeno del desarrollo exitoso de una persona bajo condiciones adversas también se le puede considerar “un rasgo psicológico que capacita para el éxito en condiciones de adversidad y que puede incluso ser reforzado por la adversidad”.

 

Pero, como podemos ver o reconocer la resiliencia en épocas de corrupción y descomposición social, el joven recién graduado que entrar a trabajar en una institución puede llegar a sentirse resiliente si alcanza el éxito siguiendo un camino deshonesto y deshonrado pero que lo ubicará en una posición privilegiada del resto y es que cuando se habla de resiliencia se enfocan en el éxito y no en la forma o camino a través de la cual se accede a él.  

 

En sociedades con violencia crónica, y recordando que la pobreza es una forma de violencia, se llega a buscar la acumulación de dinero y de beneficios sociales inaccesibles a través de vías indebidas, las economías ilícitas florecen en el marco de los conflictos sociales prolongados para solventar el abastecimiento de necesidades así como cubrir pérdidas y costos que por vías licitas no son resueltas.

 

En éste escenario crecen y se desarrollan nuevas generaciones presionadas por ser “exitosas” sin que se trabaje en cuáles serán las vías para conseguir ese éxito y lo que es peor en un marco referencial de deshonestidad que percibe como aceptable la ruptura de las normas y la descalificación de la autoridad.  Distorsionado todo, así como cubierto con una cortina de doble moral, ocurren cosas como el destrozo moral de una familia por el robo menor que ejecuta un hijo mientras que esos padres admiran y sirven con apego a un “jefe” a quien se le conocen grandes actos de corrupción y al final se le admiten.

 

Sobre la descomposición social se puede actuar de manera institucional sin embargo a lo más que podemos acceder como ciudadanos es a nuestra actuación desde lo familiar y comunitario, y todo se centra en el reconocimiento de nuestra participación, de manera espontánea o provocada por la necesidad, en actos ilícitos: compra de artículos robados, compra de artículos al bachaquero, pago para acelerar un trámite, no cuidar las herramientas de trabajo porque no son nuestras, robos pequeños en instituciones públicas o privadas, no cumplimiento de tareas y funciones, reposerismo, no cumplimiento de horarios, entre otros y que esos actos que comentemos diariamente no son lícitos y no forman parte del “deber ser” así lo hagamos, debemos reconocer ante nuestros jóvenes que estamos actuando mal y explicarle por qué e iniciar el propósito de alejarnos lo más posible de dichos actos.

 

Es imperante romper con paradigmas vigentes en nuestros países latinoamericanos en los que se ve la corrupción como un problema “necesario” y normal”  así como reconocer “la viveza criolla” como la semilla generadora de corrupción.

Enseñar a las futuras generaciones de ciudadanos a esperar vivir en un país sin corrupción es una de las mejores herramientas para asegurar un futuro mejor.

 

 

 

 

 

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