LOS PELIGROS DE LA NEGACIÓN



 

Según Cassell el sufrimiento es un estado de aflicción severa, asociado a acontecimientos que amenazan la integridad de una persona. El sufrimiento exige una conciencia de sí, involucra las emociones, tiene efectos en las relaciones personales y tiene un impacto en el cuerpo.

 

Sufrir es un fenómeno complejo.

 

Usualmente el sufrimiento está asociado a emociones, como la ansiedad y a sentimientos, como tristeza, frustración, impotencia así como a eventos externos de pérdidas: de salud, del amor, de la ilusión, de un ser querido, una compañía, un trabajo, una esperanza, un estatus, de la comodidad, de la juventud, de la belleza,  en fin, de todo aquello que poseemos y un día ya no está.

 

La mayoría de las persona hemos pasado por un momento en que somos tomados por el sufrimiento, unas en menor escala otras en  mayor escala, pero para todos es una experiencia desagradable que puede devorar todas las perspectivas positivas de futuro por tanto no se quiere repetir e intentamos siempre evitar.

 

Una vez enfrentados a la perdida luchamos por no caer en el sufrimiento y es entonces cuando la Negación aparece como tabla de salvación. Hablamos de negación cuando una persona ignora, rechaza, no acepta aquella realidad que le resulta dolorosa ya que de reconocerla tendría que contactar con sus emociones y sentimientos, es decir con el dolor.

 

Se niega para poder hacer los ajustes necesarios y afrontar conscientemente lo inevitable: el sufrimiento.  Pero en ocasiones la negación puede ser peligrosa e incluso violenta como el caso de la madre que no acepta la discapacidad de un hijo y lo obliga violentamente a responder a situaciones para las cuales él está inhabilitado o cuando se rechaza el diagnostico de una enfermedad y con ello al tratamiento poniendo en riesgo la salud y la vida.

 

No es sólo en lo individual que la negación desgasta, también en lo social y colectivo hace sus destrozos y es que la persistente negativa a verse influido por la realidad también es un indicativo de que la negación está funcionando. En el caso de lo social la negación de las crisis forja un riesgo enorme no sólo porque  se pierde un tiempo valioso para diagnosticar y gestionar las situaciones críticas sino porque la población va perdiendo cada día la confianza en quienes los librarán de su sufrimiento.

 

Pero no sólo los dirigentes de una sociedad son quienes caen en negación - o más bien usan conscientemente la misma- sino también el ciudadano común, actitudes tales como la crítica constante del otro, la justificación, la proyección en el otro del conflicto, adjudicarle la responsabilidad a otro externo, reflejan como la ciudadanía permanece sumergida en la negación, restándonos la oportunidad de revisar nuestra realidad como sociedad y prepararnos para asumir el trabajo arduo de buscarle una solución a ésta crisis y parar por fin tanto sufrimiento.      

 

 

 

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