ACOMPAÑANDO LA TRISTEZA

 

 


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La Depresión en un Trastorno Mental y del Comportamiento que cursa con un sentimiento de tristeza profundo presente durante la mayor parte del día todos los días y que no es modificada por elementos o circunstancias externas, desinterés intenso, desgano, cansancio fácil, pérdida de la capacidad de disfrute, inseguridad, desvalorización a sí mismo, sensación de vacío y sin sentido,  sensación de inutilidad, de ser una carga, reproches a sí mismo, ideas de culpa excesiva y desproporcionada, fallas de atención y concentración, falta de voluntad que afecta su capacidad para realizar las tareas cotidianas, incluso las más básicas lo que termina en desaseo personal,  trastornos del sueño ya sea aumento de las horas del sueño o disminución de las mismas, falta de apetito, pérdida de peso, ideas de que todo mejoraría sin su existencia, pensamiento recurrentes de muerte o suicidio que van desde “quisiera dormir y no despertar”, “las cosas estarían mejor para todos sin mí”, “para vivir así mejor sería estar muerto” “le he pedido a Dios que mejor me mande la muerte”, hasta “he pensado en matarme”, “el suicidio es una opción en éste momento”, llegando a la construcción de un plan para ejecutar la idea y al suicidio mismo.

 

En los casos más graves puede presentarse alucinaciones y delirios. La presencia de uno o más de uno de estos criterios decidirá si la depresión es Leve, Moderada o Grave; y los sufre el paciente día a día, enfrentando además el estigma social y personal por su supuesta debilidad.

 

Pero a pesar de que estos son los criterios clínicos aceptados por la comunidad científica en ocasiones la Depresión se asoma con otro rostro, como es el caso de la hombres quienes “por mandato de género actúan antes de sentir” determinando que la Depresión sea más conductual que afectiva presentándose con irritabilidad, intolerancia, agresividad, explosividad, amargura, aumento de consumo de cigarrillos (si fuma), aumento de consumo de alcohol (si bebe), aumento de jornadas laborales, relaciones extramatrimoniales,  ese actuar más que sentir lo pone en mayor riesgo al suicidio.

 

Más allá de los criterios diagnósticos la Depresión pone en un dilema a quienes rodean a la persona depresiva quienes condicionados por el miedo y al mismo tiempo por los llamados socioculturales tales como: “eres el único responsable de tus circunstancia, tanto internas como externas” insisten en frases como: “el único que puede resolver éste problema eres tú”; “tan solo tienes que poner de tu parte”, “yo le digo a ella que es bella, que lo tiene todo, no tiene por qué estar así”; “yo le insisto que tiene que pensar que es feliz, que está bien, sonreír, una cosa trae a la otra” sumergiendo, aún más, al paciente depresivo en la culpa y la sensación de inutilidad.

 

Ayudar a quien sufre de Depresión no es fácil, pone a prueba nuestra tolerancia y empatía y al mismo tiempo nos confronta con nuestros propios miedos a la tristeza. El camino es ayudar a quien sufre de Depresión a buscar ayuda mientras lo acompañamos, espantamos su desamparo, convertirnos en ese otro que lo ayude a buscarle sentido a la vida, sin presiones, sin juicios, sin condena, sin castigos. La tarea es hacer que la tristeza no consuma su apuesta a la vida.

 

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