EXTRANJERO
El ser humano tiende a juzgar al Otro
diferente (extranjero) tomando como referencia las virtudes (exaltadas) de sí
mismo en contra de los vicios (exaltados) del Otro, si a eso se le suma la defensa a su territorio entonces la visión
del extranjero será la de un “invasor” alguien de quién hay que cuidarse y no
es bienvenido.
En el Diccionario de la Tolerancia se
cita una frase de Herodoto, uno de los primeros historiadores de la Grecia de
A.C que dice: “cada grupo, si bien sabe
que no está solo, se cree el mejor del mundo”. En esa Grecia antigua los
extranjeros no tenían derecho a la tierra y fueron ganándola por participación
en la guerra y por su cooperación en la comunidad, los primeros en adquirir ese
derecho fueron los Médicos.
El historiador Ruggiero Romano narra que
en tiempos de conquista, cuando el Español se adueña de la tierra el Indio pasa
a ser el Otro diferente y entonces si se resistían a la esclavitud eran
“bestias” capaces de la antropofagia lo que justificaba la guerra y cuando eran
sumisos se les calificaba como perezosos y justificaban la explotación.
El tiempo ha pasado y mucho se ha ganado
en eso de civilizarnos pero en situaciones de crisis tendemos a involucionar,
es decir a optar por la violencia, el mayor signo de falta de civilización, y
entonces volvemos a estigmatizar al Otro diferente (extranjero) con frases como
“delincuentes” o “flojos” y si esa crisis
lleva a la entrada en masa de extranjeros, en un país cualquiera, se crea el
mejor caldo de cultivo para el crecimiento y auge de la Xenofobia.
Del griego xenos −ajeno, extraño, extranjero− y fobos −miedo, fobia, aversión, la Xenofobia es el rechazo y/o
discriminación del que viene de fuera del grupo de pertenencia, esencialmente
del grupo de pertenencia nacional o nación. Históricamente las migraciones en
masa se han dado hacia Europa y a pesar de lo frecuente y constantes de las
mismas aún no están preparados para ella, en Latinoamérica no es frecuente, de
manera que ante el fenómeno migratorio Venezolano se encuentra confundida,
aterrada y al parecer paralizada.
Las señales de Xenofobia empiezan a
aparecer en una población que se siente invadida por un lado y en otra que ante
la descalificación se defiende a través del nacionalismo y la confrontación.
Los países de llegada ven la entrada en masa a sus tierras de extranjeros y se
asustan de los cambio inciertos que esa llegada provocará y quienes llegan ante
la reprobación se muestran como seres con mayores atributos y se aferran a la
simbología del país que han dejado atrás
(banderas, comidas, canciones, estética, lenguaje, etc) para así sentirlo más cerca sin darse cuenta
que el país que los recibe tiene sus propios símbolos y están dispuestos a
defenderlos con la misma pasión.
Éstas reacciones, aprendidas ante la
defensa de la territorialidad y la nacionalidad deben sobreponerse a través del más alto sentido de
racionalidad y civilidad, de cada uno de los grupos, pero también amerita la
intervención organizada por parte de las
instituciones del país de llegada, a través de una función moderadora e
interventora del Estado y de la sociedad civil organizada, la enseñanza de la
tolerancia y de la racionalidad para llevar a la población ideas claras y
eficientes sobre el momento histórico tan complicado que les ha tocado vivir
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